4 poderosas razones por las que dejar de contar calorías

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4 poderosas razones por las que debes dejar de contar calorías (según la ciencia).

¿Sabías que alrededor del 65% de las personas que alguna vez han logrado perder peso, terminan recuperando los kilos perdidos en los primeros 3 años?

Esta es la peor parte:

Solamente un 5% de aquellos suertudos que han pasado por dietas restrictivas, logran mantener el peso perdido.

Esto significa que tan solo 1 cada 20 personas logran alcanzar sus metas si cuentan calorías y restringen todo lo que comen… El resto cae en efectos rebote y depresión por no haber conseguido su peso ideal.

No te pongas mal si alguna vez has comenzado una dieta milagro, pero terminaste rebotando hasta el primer casillero ni bien tenías la ilusión de estar logrando los primeros resultados.

¡Las probabilidades estaban en tu contra!

En realidad, estabas condenado por el 95% de expectativas de fracasar, si seguías los caminos tradicionales como contar calorías y matarte de hambre.

Sin embargo, debido a una extraña lógica, la mayoría de las personas elige justamente ese camino. Quizás esta sea la razón por la que, según estadísticas, más de 70% de personas en algunos países como los EEUU, son obesos o tienen sobrepeso.

De hecho, la mayoría parece seguir el mismo camino una y otra vez: recortan grasas, se obsesionan por las calorías, consumen alimentos light y aguantan el hambre hasta que se quedan sin energías.

Todo esto sucede mientras tu cuerpo se muere por obtener nutrientes indispensables que has estado recortando sin saber.

Tu circuito de recompensa se enloquece por esos alimentos “prohibidos” de mayor densidad nutricional. Tus hormonas comienzan un boicot en contra de tu nuevo estilo de vida, y tu cerebro se rebela contra ti, haciendo que caigas víctima de una interminable cadena de antojos.

Apuesto a que no quieres que te vuelva a pasar, ¿cierto?

Por este motivo, hoy voy a darte 4 poderosas razones por las que debes dejar de contar calorías si realmente quieres perder peso. Además, te daré las herramientas prácticas que debes implementar hoy mismo para solucionar este problema.

Razón #1: Menos calorías no significa mejor nutrición

Imagínate lo siguiente:

Quieres hacer arrancar una locomotora, pero en vez de tirar carbón de alta calidad en su horno, utilizas hojas húmedas que solo echan humo, ralentizan y taponean la máquina.

Tu locomotora comienza a humear y se queda varada a pocos metros de la estación, obligando a que los trabajadores tengan que remolcarla de vuelta al taller de reparaciones.

¿Qué tiene que ver esto contigo?

Tu metabolismo es igual que una locomotora. Si no obtienes alimentos de alta calidad, es imposible que puedas acelerarlo para que alcance tu siguiente estación saludable.

Si quieres comenzar a quemar grasa, no será suficiente consumir un menor contenido calórico; es indispensable también, que las calorías sean de calidad.

Esto último depende del contenido de nutrientes presente en los alimentos que consumes, que, en ocasiones, no guarda relación con su nivel de energía.

¿A qué me refiero?

Los alimentos bajos en calorías no necesariamente son los más saludables ni tienen los mejores nutrientes.

Las calorías no son todas iguales

Vemos este ejemplo de la guía de calorías de Revolución Salud:

Una lata de cola tiene aproximadamente unas 150 calorías. Tomar 1 lata de cola por día se asocia con aumentar considerablemente el riesgo de padecer diabetes tipo 2.

Por otro lado, comer al día: 30 gramos de nueces, 20 gramos de almendras y 15 gramos de avellanas, o 4 cucharadas de aceite de oliva extra virgen (unas 400-500 calorías) reducen significativamente el riesgo de ataque al corazón e infarto.

¿Ya ves el punto?

Aunque comas más calorías, los efectos metabólicos pueden ser muy diferentes.

Otro ejemplo:

Algunos alimentos de alta densidad energética como los frutos secos, pueden aportar aproximadamente unas 90kcal por puñado.

Esa misma cantidad de energía la aportan unos 5-6 caramelos.Sin embargo, estos últimos son puro azúcar y altamente aditivos.

Por otro lado, los frutos secos contienen omega 3, proteínas, minerales y una gran cantidad de antioxidantes aceleradores del metabolismo.

Por tal motivo, un alimento bajo en calorías no necesariamente es una opción favorable para tu salud, ni hablar de pérdida de peso.

Es así que, según un estudio  del Centro Médico Duarte, los carbohidratos complejos como las nueces están asociados con una mayor pérdida de peso. Mientras tanto, los carbohidratos simples como los caramelos, solo te llevan a un eventual estancamiento metabólico.

Si tu tarea fuese solo la de contar la energía de los alimentos para perder grasa, te daría igual elegir cualquier alimento con la única premisa de que sea bajo en calorías.

Sin embargo, ya sabes que las cosas no funcionan así.

La solución al problema

Tu locomotora metabólica necesita energía de alta calidad para no quedarse estancada en el casillero de salida. Necesitas nutrientes esenciales como proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas y minerales.

De hecho, un estudio de la Universidad alemana de Christian-Albrechts sugiere que los seres humanos tenemos una termogénesis adaptativa. Esto significa que vamos a ajustar nuestro metabolismo de acuerdo a las calorías que consumimos.

Si comes menos calorías, pero no obtienes buena calidad nutricional, tu metabolismo se ralentizará cada vez más. Es por eso que, los alimentos light y bajos en grasas esenciales son tu peor enemigo a la hora de perder peso.

Lo mismo sucede con los azúcares artificiales supuestamente bajos en calorías, pero que enloquecen tus hormonas.

En otras palabras, no vale la pena recortar la cantidad de lo que comes si te olvidas de los nutrientes esenciales (veremos algunos ejemplos más abajo).

Razón #2: El control excesivo abruma

¿Alguna vez has intentado hacer una tarea bajo estrés o presión?

No hablo sólo del proceso, el cual se vuelve un infierno– sino también de los resultados: no se obtienen o no son del todo satisfactorios.

Lo mismo pasa cuando quieres quemar grasa bajo el estado de paranoia y control excesivo de las calorías que consumes.

La tarea se vuelve agotadora y estresante. Los resultados no aparecen, o peor aún, retrocedes y terminas ganando kilos.

¿Te suena conocido este escenario?

Esta es la peor parte:

Un estudio de la Universidad de Virginia afirma que ciertos métodos de medición de calorías exacerban y promueven trastornos de conducta alimentaria.

Por ejemplo:

Una mañana te levantas con la firme intención de conseguir ese cambio saludable.

¡El lunes comienzo la dieta! – les anuncias a todos tus amigos y familiares.

La decisión está tomada: de aquí en adelante, ni un gramo de calorías extra. Decides contar hasta la última migaja que comes, y te instalas una de esas apps de conteo de calorías en tu celular.

A continuación, te la pasas midiendo hasta el último alimento que comiste en el día.

El tiempo pasa, y comienzas a notar que te enloqueces sumergido en pensamientos sobre cuántas calorías acabas de consumir con ese bocadillo que habías probado a media mañana o en la merienda.

El sentimiento de culpa e impotencia comienza a azotar tus sentidos. Te sientes un fracaso,una persona sin voluntad propia. Tus pensamientos comienzan a girar en torno a la maldita idea que todo está perdido.

¿Alguna vez te pasó experimentar un sentimiento parecido?

Si es así, debes saber ahora mismo que esto no es una manera de mejorar tu peso corporal, sino el camino seguro de arruinar tu salud.

La solución al problema

Estoy seguro de que no quieres volverte loco.

Ningún ser humano va a querer pasar toda su vida así- contando cada caloría, buscando beneficios a corto plazo, pero generando daño irreversible con el pasar del tiempo.

Tú tampoco te lo mereces.

Es así que, una revisión de la Universidad de Swansea afirma que la restricción energética en una persona puede incrementar el apetito e incluso, ser un predictor del riesgo a aumentar de peso.

Tiene sentido, ¿no te parece?

Al condenarte a una baja ingesta energética por varios días, semanas y hasta meses, se activan los mecanismos hormonales que inducen el apetito y con ello, se promueve la recuperación del peso perdido.

Siempre le digo a mis pacientes, así como te digo hoy: lo último que quieres hacer a la hora de controlar tu metabolismo es estar bajo presión o estrés.

Créeme, no funciona.

Deja de contar calorías, y más vale come alimentos saciantes. Ya verás que así terminarás teniendo menos hambre y te sentirás más feliz.

Razón #3: Contar calorías no garantiza saciedad

Sí, puede que existan ciertos alimentos que se ajusten a la cantidad de calorías que necesitas para una comida. El inconveniente es que, en ocasiones, estas no te ayudarán a sentirte satisfecho.

Por ejemplo:

Si te pones a contar calorías, podrías almorzar un chocolate que te aporte unas 800 kcal, en vez de una ensalada de pollo con el mismo contenido energético.

La diferencia será que, al añadir esas verduras y el pollo a tu alimentación, te mantendrás satisfecho por más horas. Esto se debe a la presencia de fibra y antioxidantes de las verduras y las proteínas altamente saciantes del pollo.

¿Y qué pasa en el caso del chocolate? Sentirás hambre a los pocos minutos. De hecho, tu cuerpo pedirá a gritos que te comas algo que te de calidad nutricional.

Lamentablemente, mucha gente confunde ese sentimiento y termina comiendo más y más alimentos de satisfacción rápida.

Si realmente quieres bajar de peso, la saciedad se vuelve un tema importante.

Piensa esto:

La razón por la que tienes que comer, es porque tu cuerpo te avisa que lo necesita.

Si tienes un metabolismo sano, lo hará cuando realmente necesite alimentos saciantes. Sin embargo, si comes comida chatarra, tus hormonas estarán confundidas y pedirán más… comida chatarra.

Acto seguido, aparecen los antojos: ya sea que te arda el estómago, te duela la cabeza o sientas un vacío, son señales que aparecen y se vuelven imposibles de ignorar.

La solución al problema

Si no quieres terminar comiendo desesperadamente, asegúrate de incluir alimentos que te den saciedad, independientemente de las calorías que te aporten.

Algunos ejemplos de alimentos saciantes son:

  • Productos integrales
  • Proteínas de alta calidad como la carne, derivados de leche entera y huevos
  • Carbohidratos complejos como tubérculos
  • Fuentes de fibra como las legumbres
  • Verduras y hasta frutas enteras si necesitas algo de azúcar

Razón #4: El consumo consciente también cuenta

Otro punto importante que se suele pasar por alto cuando se habla de obesidad, es tu relación con la comida.

Es cierto que el exceso de calorías consumidas es lo que te lleva al aumento de peso. Sin embargo, no sucede de la manera que seguramente te imaginas.

Verás, el tipo de alimentos y situaciones en las que los consumes, también hacen que termines comiendo más, o menos calorías.

Por ejemplo:

Si comes mientras trabajas, hablando por teléfono, viendo televisión o durante una conversación intensa, este podría ser un escenario perfecto para comer de más.

Cuando no te concentras en comer, existe una mayor tendencia a consumir más alimentos de los que necesitas.La razón es porque tu cerebro no percibe que estás comiendo, y por tanto no libera a tiempo las hormonas de saciedad.

Incluso podrías sentirte satisfecho, pero aún así tener ganas de comer. Esto sucede porque no estás siendo consciente de lo que tienes frente a ti en el plato.

El resultado: terminas ingiriendo más alimentos de lo necesario y aumentando las probabilidades de tener exceso de peso.

Por suerte, numerosos estudios ya han comprobado que el consumo consciente de alimentos lleva a que termines controlando mejor el apetito.El estar presente cuando comes, dedicarle tiempo a masticar, percibir los sabores, olores y texturas, es una tarea que en definitiva sí hace la diferencia.

La solución al problema

Como pudiste ver, la tonta moda de contar calorías para bajar de peso es una manera segura de lograr el resultado contrario.

Probablemente esta sea la razón por la que un estudio de la Universidad de Pennsylvania reveló que controlar las porciones de los alimentos, no es una estrategia favorable para la reducción de grasa corporal.

El proceso de pérdida de peso no puede reducirse a sólo comer menos de lo que necesitas.

¡Hay otros factores que influyen en tu vida y tu relación con lo que comes, y debes tenerlos en cuenta!

Lo ideal es que inicies con pequeños cambios, incorporando progresivamente hábitos saludables en tu vida, sin caer en la presión o el estrés.

Por ejemplo:

  • Puedes empezar reduciendo el azúcar  y productos procesados de tu alimentación a un nivel que sea tolerable para ti. Así sea 1 cucharada menos al día, es un gran progreso.
  • Seguidamente, llena la mitad de tu plato con verduras por lo menos en una de tus comidas. Si se te hace sencillo, opta porque estén presentes al menos dos veces en tu día.
  • Asegúrate que sean las verduras que te agraden y date la oportunidad de probar diferentes preparaciones. Entusiásmate con el camino, consiéntete.
  • Incorpora una variedad de proteínas altamente saciantes a tu vida, y rótalas durante la semana (tanto de origen vegetal como animal).
  • Si te sientes bien con estos pasos, cambia los alimentos refinados (pan, arroz, pasta) por productos integrales y tubérculos.
  • Elige lo que comes con consciencia y hazlo disfrutando de los alimentos que consumes. De esta manera serás más feliz y verás mejores resultados.

Un consejo final

Ya sabes que las calorías no son todo. Desde aquí en adelante, debes comenzar a pensar en la calidad nutricional antes de considerar la cantidad.

Los cambios en tu alimentación hazlos poco a poco. Evita que sean de la noche a la mañana, y siempre hazte esta pregunta: ¿podré sostener estos cambios a largo plazo?

Imagínate que estás empezando una relación. Tienes que ir conociendo a la persona y evaluando cómo te sientes con ella. En este caso se trata de ti mismo: es tu metabolismo y tu relación con la alimentación, así que ve poco a poco.

Evalúa tu sentir.

Si te sientes bien con el proceso, es un indicador que ese es el camino correcto. Por otro lado, si te sientes estresado o presionado en tu dieta, ahí tienes una dirección donde mirar y hacer los correctivos.

Recuerda que ninguna alimentación que venga acompañada de estrés va a ser duradera en el tiempo.

Haz de los cambios un proceso de aprendizaje en el que tu sentir sea el mejor indicador del camino a seguir.

Descansa, muévete, disfruta de la vida.

Al final del día naciste para ser feliz, así que elige lo que te funcione a ti y deja de pensar en calorías.

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