Chequeo prostático
¿Cuándo fue la primera vez que te hiciste un chequeo prostático? En el mes de septiembre se celebra el Día Mundial del Cáncer de Próstata y describimos en cifras cómo hemos avanzado en su detección precoz y tratamiento.
Hablamos con el Dr. Bartolomé Lloret, médico, urólogo y director de la Unidad de Urología del Hospital Vithas Internacional Medimar de Alicante y director del Centro de Salud para el Hombre.
¿Para qué sirve un chequeo prostático?
El pronóstico para los hombres con cáncer de próstata varía según la etapa en la que se encuentre el cáncer. En general, las tasas de supervivencia son más altas para los hombres con cánceres en etapas más tempranas. Sin embargo, muchos otros factores pueden afectar el pronóstico de un hombre, como son su edad, su estado general de salud y cómo responda al tratamiento al que va a ser sometido contra el cáncer. El pronóstico para cada hombre es por tanto específico a sus circunstancias.
Según los datos más recientes, cuando incluimos todas las etapas de cáncer de próstata:
Tasa relativa de supervivencia:
-5 años (casi de 100%)
-10 años (98%)
-15 años (95%)
Por tanto debemos quedarnos con la idea de que un diagnóstico de cáncer de próstata, cuando este es realizado en las primeras etapas del tumor, puede ser curado o tratado, consiguiendo salvar la vida a la mayoría de los hombres que lo padecen.
El chequeo prostático lo consideramos imprescindible para la prevención de la mayoría de las enfermedades prostáticas tanto del cáncer como del desarrollo benigno de la glándula.
Cuando pensamos en la palabra chequeo inmediatamente la relacionamos con la prevención del cáncer y es cierto que una evaluación sencilla y periódica, una vez al año, nos permitirá detectar en sus primeros estadios el tumor y de esta manera adoptar las medidas idóneas para intentar curarlo.
Pero el chequeo prostático no sólo sirve para detectar el cáncer, también sirve para observar el desarrollo benigno de la próstata, hiperplasia, y sus consecuencias.
La hiperplasia prostática que es, sin duda, la enfermedad más frecuente de la próstata, mucho más que el cáncer, y afecta a todos los hombres a partir de los 50 años, se desarrolla muy lentamente, pero puede dar lugar a muchas complicaciones como son las infecciones, hemorragias, insuficiencia renal…
A pesar de ello la mayoría de las veces el paciente, que sabe que tiene un problema, y este se llama próstata, se resiste a visitar al urólogo.
El paciente, que sufre de la próstata, tiene miedo a que el médico le realice exploraciones incómodas y sobre todo a que le diga «se tiene usted que operar».
–Perdamos el miedo: las exploraciones que realizamos actualmente son muy sencillas.
-Ecografía y análisis de sangre: las intervenciones para solucionar los problemas prostáticos, ya no suponen cirugía, en la mayoría de los casos, son tratamientos mínimamente invasivos.
-En el caso de la hiperplasia Benigna: El láser, plasmaquinética, resección.
En el caso del cáncer de próstata: la laparoscopia, radioterapia, braquiterapia
Entonces, ¿por qué tener miedo? ¿Miedo a qué?
Seamos sensatos, no veamos fantasmas donde no los hay, no sigamos pensando cómo fueron tratados nuestros parientes o conocidos que sufrieron un cáncer de próstata hace 20 años.
Los medios han cambiado y las posibilidades de curación o estabilización de las enfermedades también lo ha hecho.
Es sencillo, un control periódico de la próstata puede evitarnos muchas complicaciones relacionadas no sólo con el cáncer sino con una enfermedad mucho más frecuente, con el desarrollo benigno de la glándula.