Cómo mejorar nuestra salud a través de la microbiota intestinal
Cerca de cien billones de microorganismos representados por un millar de especies diferentes habitan el intestino humano, componiendo nuestra microbiota intestinal.
El papel de la microbiota intestinal
La mayoría de estos microbios son bacterias que, en condiciones normales, ejercen numerosos efectos positivos sobre la salud gracias a los mecanismos fisiológicos en los que están implicadas. Como ejemplo, dificultan el sobrecrecimiento de microorganismos patógenos, facilitan la digestión y la absorción de nutrientes, sintetizan vitaminas y sustancias neuroquímicas y contribuyen a la maduración del sistema inmunitario del organismo.
En algunas enfermedades, así como tras prolongados tratamientos farmacológicos o durante la vejez, puede producirse un desequilibrio en la composición normal de la microbiota conocido como disbiosis intestinal, que se caracteriza por notables cambios cuantitativos y cualitativos de la ecología microbiana.
Microbiota intestinal sana = buena salud
Diversos estudios realizados en las últimas décadas ponen de manifiesto el impacto que ejerce una microbiota intestinal sana y balanceada en el mantenimiento de un buen estado de salud. Esto ha generado numerosas líneas de investigación enfocadas a descifrar las funciones que las bacterias beneficiosas que pueblan el cuerpo humano son capaces de desarrollar. Actualmente, existen consolidadas evidencias científicas que prueban la relación existente entre la microbiota intestinal y algunas alteraciones como la obesidad y la diabetes, o con enfermedades neurológicas y/o de base inmunológica, como la esclerosis múltiple o el alzhéimer y enfermedades de la piel como la dermatitis atópica, la psoriasis y el acné, entre otras.
Productos probióticos
Una forma de restaurar la microbiota intestinal dañada es mediante la ingesta de una dieta que incluya alimentos fermentados, ricos en bacterias ácido lácticas que colonizan nuestro intestino.
– Los alimentos ricos en este tipo de microorganismos son los llamados alimentos probióticos. Algunos de ellos tan conocidos como el yogur, el kéfir, los encurtidos, la sopa miso o ciertos tipos de queso.
– Además, las bacterias probióticas (lactobacilos y bifidobacterias son las más conocidas) se pueden adquirir por medio de preparados farmacológicos de venta libre.
– Suelen ser recomendados por la comunidad médica como tratamiento de la gastroenteritis, en algunas intolerancias alimentarias y en determinadas enfermedades intestinales, así como coadyuvante al tratamiento con antibióticos para evitar la diarrea asociada al consumo de estos últimos. Los antibióticos no solo destruyen las bacterias nocivas causantes de la infección sino que eliminan también las que pueblan, de forma natural, nuestro intestino.
– Ciertas cepas probióticas están también indicadas en determinadas alteraciones ginecológicas y dermatológicas, por su capacidad de restablecer el equilibrio epitelial dañado en numerosas afecciones urogenitales y dérmicas, así como por sus efectos inmunomoduladores y antiinflamatorios.
Productos prebióticos
También de fácil adquisición tanto en nuestra dieta como en forma de producto alimenticio o farmacéutico son los conocidos prebióticos. Estos se definen como sustratos que favorecen el crecimiento selectivo de ciertas bacterias intestinales (mayoritariamente bifidobacterias), proporcionando con ello un beneficio para la salud.
– Son, principalmente, carbohidratos fermentables procedentes de la fibra dietética, como los fructooligo- sacáridos (FOS o fructanos) y la inulina. Algunos alimentos como el plátano, la cebolla, el ajo, los espárragos y los cereales son una fuente de FOS. Mientras que la alcachofa y la achicoria, lo son de inulina.
– Además, los galactooligosacáridos de la leche materna y de algunos productos lácteos fermentados también generan este efecto prebiótico.
– La combinación de los dos anteriores da lugar a los llamados simbióticos (mezclas de prebióticos y probióticos). Estos mejoran la supervivencia y colonización de los microorganismos vivos beneficiosos en el tracto gastrointestinal.
Productos postbióticos
Otros productos que gozan de menor popularidad, pero que están cobrando fuerza en el mercado, son los postbióticos. Los postbióticos son sustancias generadas a partir del metabolismo de los probióticos y que, en algunos casos, ejercen efectos metabólicos e inmunomoduladores beneficiosos para la salud. Bajo este concepto, se conocen varias sustancias solubles producidas por distintas cepas bacterianas, como son ácidos grasos de cadena corta, enzimas, péptidos, polisacáridos, vitaminas y ácidos orgánicos.
Finalmente tenemos a los paraprobióticos. Estos se diferencian por tratarse de microorganismos no viables o inactivados (o sus fracciones celulares) y que podrían ser, teóricamente, más seguros y estables.
En cuanto a la elección final del producto, aconsejamos informarse cuidadosamente mediante el asesoramiento de un profesional de salud familiarizado con este tipo de suplementos. Su indicación terapéutica será específica del tipo de cepa utilizado y su comercialización debe estar respaldada por ensayos clínicos previos bien diseñados y comunicados en revistas de la comunidad científica en biomedicina.
Además, deberemos siempre cerciorarnos de que el preparado en cuestión cumple los estándares básicos de etiquetado, conservación y envasado, adquiriéndolos en establecimientos de venta confiables como, por ejemplo, la farmacia.
Artículo publicado en el nº 52 de Más Que Salud.
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