No soy una heroína, intento sobrevivir al cáncer de mama.
Como comunicadora tengo una especial fijación por las palabras y desde que soy paciente de cáncer de mama he escuchado algunas en relación a la enfermedad que me han dado qué pensar. Valiente, guerrera, luchadora…
Siempre me lo han dicho para darme ánimo, cosa que agradezco de corazón, pero debo admitir que esta terminología épica puede resultar frustrante en algunos momentos.
Por ejemplo, mientras esperas el diagnóstico definitivo y estas aterrada, o cuando estás débil como no te habías sentido nunca por la quimio.
Qué decir de cuando sales de la consulta con malas noticias. Ahí no hay espíritu guerrero que lo sobrelleve.
Ponerme en manos de la medicina y confiar en el buen criterio de mis doctores sin que decaiga demasiado el ánimo es lo máximo que puedo hacer como paciente de cáncer de mama.
No soy una heroína. Intento sobrevivir al cáncer de mama
Por eso que algo salga bien o mal en mi tratamiento no depende de mí, de lo más o menos peleona que sea. Más bien está en función de una detección temprana y de la investigación.
Afortunadamente el cáncer de mama es uno de los más investigados. Desafortunadamente de poco sirve eso si no lo detectamos a tiempo. Y desde que estamos en pandemia se calcula que solo en España más de 55.000 personas han recibido un diagnóstico tardío de cáncer.
Yo soy una de ellas. Cinco meses tardaron en hacerme las primeras pruebas de diagnóstico. Se perdió, por lo tanto, un tiempo muy valioso. Cuando tuvimos todos los resultados la lesión ya había recorrido la mama y había llegado a un ganglio.
Hay varias maneras de enfrentar la enfermedad. Podemos ser pacientes activas o pasivas. Yo opté por lo primero.
Busqué acompañamiento psicológico, algo que me brindó la Asociación del Cáncer de Alicante, solicité un estudio genético para descartar, no dejé de hacer deporte, es más, empecé con el ejercicio de fuerza asesorada por mi entrenadora personal y, al acabar la quimioterapia, busqué acompañamiento nutricional. Ahora trabajo el postoperatorio de la mastectomía con mi fisioterapeuta.
Por todo esto me he dado cuenta de que nuestro sistema sanitario falla al no darle una visión más integral al cáncer. En la curación la quimioterapia, la cirugía y la radio, son determinantes pero no podemos quedarnos solo ahí. Y no todas estamos en la misma situación de poder asumir todos estos tratamientos.
Ante una enfermedad larga y que afecta a nuestro estado de ánimo, debemos hacer las cosas con las que nos sentimos bien.
Como me dijo mi psicóloga, a lo largo de mi vida mi cuerpo pasará dos pruebas muy importantes. Embarazo y cáncer. Si para en el primer caso me cuidé y mimé para el segundo con mayor motivo.
Una de las cosas que hice cuando salí de la primera visita con mi oncólogo fue tomar cita para una micropigmentación de ojos y cejas. No quería perder la expresividad de mi mirada y necesitaba reconocerme durante todo el proceso.
¿Y sabéis qué? Funcionó. Cada vez que me he mirado al espejo o visto en una foto me he reconocido y eso me ha subido la autoestima. Porque durante el tratamiento del cáncer de mama, verse bien también importa.