Trastorno Afectivo Estacional: la tristeza invernal

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Sara comenzó su segundo año de carrera, en la Facultad de Ingeniería, cargada de energía. No tenía problema alguno para seguir el exigente ritmo de las clases. Incluso, varias tardes por semana, dedicaba un tiempo a participar en actividades de voluntariado.

Sin embargo, a finales del mes de noviembre, Sara sintió que comenzaba a tener dificultades para trabajar, que tenía que hacer un sobreesfuerzo para hacer las tareas que, hasta ese momento, había completado sin esfuerzo. ¿Y qué decir de levantarse cada mañana de la cama? Le costaba un mundo. Le recomendaran que tomara hierro y vitaminas, que hiciera deporte. Así lo hizo, pero, lo cierto es que todo continuó igual… hasta que llegó la primavera. Sin embargo, cuando el siguiente mes de noviembre, Sara volvió a verse en una situación parecida. Fue entonces, al ir al médico, cuando le diagnosticaron que padecía un tipo de depresión llamada Trastorno Afectivo Estacional (TAE).

¿Qué es el Trastorno Afectivo Estacional?

El doctor Sergio Oliveros Calvo, Psiquiatra y Director de Grupo Doctor Oliveros, lo explica “es una alteración del estado de ánimo que lleva a la persona a padecer síntomas de depresión a medida que el invierno se va acercando y las horas de luz solar se reducen. Luego, cuando la primavera regresa y los días vuelven a aumentar sus horas de luz, las personas que padecen TAE sienten como sus síntomas se alivian. También, que su estado de ánimo y nivel de energía vuelve a niveles normales”.

Aunque los expertos no acaban de ponerse de acuerdo de cómo ni porque sucede el Trastorno Afectivo Estacional, parece haber una conclusión común de que, de alguna manera, el TAE se desencadena como respuesta del cerebro a la disminución a la exposición de luz natural. Se calcula que 6 de cada 100 personas (un 6% de la población) padece TAE. Esto quiere decir que la mayor parte de los individuos no sufre de depresión estacional, incluso si viven en zonas en las que las horas de luz, durante el invierno, son escasas… e incluso inexistentes. Esto podría significar que algunas personas son más fotosensibles que otras, por lo que podrían verse más afectadas que otras a las variaciones de luz.

A más melatonina, más sueño… y, a menos serotonina, más depresión

El doctor Luis Mateo, psiquiatra de adultos, explica que “dos sustancias producidas por el cerebro, la melatonina y la serotonina, podrían estar implicadas en el desarrollo del TAE. Ambos neurotransmisores son los responsables de regular los ciclos sueño/alerta, además de los niveles de energía y el estado de ánimo”. Y es que, diversas investigaciones científicas parecen apuntar en una dirección: los días más cortos y con un mayor número de horas de oscuridad (ambas circunstancias propias del invierno) podrían provocar un aumento de los niveles de melatonina y una disminución de los de serotonina.

¿La consecuencia de esta asociación? Pues, indudablemente, que la persona estará más cansada y presentará un estado de ánimo más bajo… o, lo que es lo mismo, podría estar más triste e irritable de lo normal. Según explica el doctor Oliveros “es muy posible que una persona con TAE pierda interés por las cosas de las que normalmente disfruta. Además, también puede tener la sensación de que no puede hacer las cosas tan bien como las hacía antes, por lo que puede sentirse insatisfecho y hasta culpable”.

Más frecuente en las mujeres que en los hombres

Además de ser más propio de edades asociadas a la adolescencia o a los primeros años de la madurez, la TAE (como sucede con otras formas de depresión) afecta más a mujeres que a hombres. ¿Por qué sucede esto? El doctor Luis Mateo aclara que “es algo que, hoy por hoy desconocemos. Según algunas teorías, esta circunstancia podría deberse a factores hormonales. Se han hecho estudios entorno a la menopausia con la idea de averiguar si, el hecho de perder la variación que supone el ciclo menstrual, tendría algún tipo de influencia. Aunque los resultados obtenidos son divergentes y contradictorios, todo apunta a que el factor hormonal no sería determinante en la aparición de la depresión y, en este caso, del Trastorno Afectivo Estacional”.

¿Cuál es el tratamiento más adecuado?

Esto dependerá del grado de afectación, aunque el doctor Sergio Oliveros subraya que “como ocurre con otras formas de depresión, suele ser un trastorno infradiagnosticado que se trata de forma inadecuada”. Oliveros explica que el tipo de tratamiento dependerá del grado de afectación “en los casos más leves, las personas podrán manejarse por sí mismas con el trastorno practicando deporte al aire libre, cuidando su alimentación o evitando el estrés. Es los casos más graves, habrá que aplicar tratamientos de fototerapia e, incluso recurrir a la psicoterapia cognitiva conductual o a los antidepresivos, que suelen dar muy buen resultado”.

¿Ha llegado el otoño y te sientes más triste y apagado? Pues ya sabes, ve al médico. Podrías estar afectado por el Trastorno Afectivo Estacional.

Pepe Varela

Periodista

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