Tratamiento de la artritis reumatoide
El tratamiento de la artritis reumatoide (AR) se clasifica en dos grupos: Medicamentos y fármacos.
-Medicamentos: se encargan de aliviar el dolor y la inflamación a corto plazo (antiinflamatorios y corticoides).
-Fármacos: sirven para retrasar la progresión de la enfermedad. Son los denominados fármacos modificadores de la enfermedad (FAME); estos fármacos pueden no ser eficaces en el 100% de los enfermos, es habitual que el médico prescriba varios de forma secuencial hasta encontrar aquel más eficaz y mejor tolerado (metotrexato, leflunomida, sales de oro, etc.)
La AR es una enfermedad crónica y degenerativa que provoca inflamación en la membrana sinovial (membrana que alimenta, protege y cubre los cartílagos) de las articulaciones, con la aparición de: dolor, rigidez, hinchazón, limitación en la movilidad y función de diversas articulaciones. Se desconocen las causas que la originan y no hay cura. El objetivo del tratamiento de la artritis reumatoide es disminuir los síntomas y la función deficiente.
Las articulaciones más frecuentemente afectadas son: muñecas, manos, tobillos, codos, rodillas, caderas, hombros y pies. Esta enfermedad es más común en mujeres y suele aparecer entre los 45 y 60 años. Sin embargo los niños y los ancianos también pueden verse afectados.
Tratamiento de la artritis reumatoide
El tratamiento de la artritis reumatoide a pesar de clasificarse en dos grandes grupos, requiere un enfoque multidisciplinar: medicamentos, fármacos, fisioterapia, ejercicio y posiblemente cirugía. El tratamiento agresivo y oportuno para este tipo de artritis puede retardar la destrucción de la articulación y aunque no se puede prevenir, seguir algunas recomendaciones puede aliviar los síntomas de la artritis reumatoide.
Los medicamentos tienen efectos secundarios, por tanto, cualquier tratamiento implica la necesidad de considerar que es mayor el beneficio que el riesgo. Además, el carácter variable de la enfermedad obliga a reajustar el tratamiento en un mismo paciente. Al final será el enfermo quien decidirá si asume el tratamiento después de disponer de toda la información posible.
En cuanto a la cirugía se utiliza en ocasiones para corregir las articulaciones que han sufrido daños graves:
- Extirpación del revestimiento articular (sinovectomía).
- Artroplastia total en casos extremos; puede incluir artroplastia total de rodilla, artroplastia de cadera, artroplastia del tobillo, artroplastia del hombro y otras.
Por otro lado la fisioterapia pueden retardar la pérdida de la función articular y ayudar a mantener los músculos fuertes. Algunas veces, los terapeutas usan máquinas especiales para aplicar calor profundo o estimulación eléctrica para reducir el dolor y mejorar la movilidad articular.
Otras terapias que pueden ayudar a aliviar el dolor:
- Técnicas de protección de la articulación.
- Tratamientos con calor y frío.
- Férulas o dispositivos ortopédicos para apoyar y alinear las articulaciones.
- Períodos frecuentes de descanso entre las actividades, así como de 8 a 10 horas de sueño cada noche.
Síntomas
La enfermedad a menudo comienza de manera lenta. Los síntomas iniciales pueden ser: dolor articular leve, rigidez y fatiga. Asimismo, aparecen abultamientos duros (nódulos reumatoides) en las zonas de roce de la piel como los codos, el dorso de los dedos de las manos y de los pies. También pueden localizarse en el interior del organismo. Con el tiempo se produce una deformidad debido al deterioro progresivo de las articulaciones afectadas.
Los síntomas articulares pueden abarcar:
- La rigidez matutina, que dura por más de una hora, es común. Las articulaciones pueden sentirse calientes, sensibles y rígidas cuando no se usan durante una hora.
- El dolor articular a menudo se siente en la misma articulación en ambos lados del cuerpo.
- Con el tiempo, las articulaciones pueden perder su rango de movimiento y volverse deformes.
Otros síntomas:
- Dolor torácico al respirar (pleuresía).
- Resequedad en ojos y boca (síndrome de Sjogren).
- Ardor, prurito y secreción del ojo.
- Entumecimiento, hormigueo o ardor en las manos y los pies.
- Dificultades para dormir.
Diagnóstico
Debido a que la aparición de los síntomas de esta enfermedad no son muy claros durante su inicio, el diagnóstico precoz puede resultar difícil. Sin embargo, es muy importante que se diagnostique pronto ya que de ello depende la evolución de la patología. Por ello, cuando se sospeche que se pueda padecer esta patología es importante acudir a un reumatólogo que determine cuál es el tratamiento más eficaz. Cuando la artritis reumatoide evoluciona, las radiografías detectan la erosión en las articulaciones. Asimismo, los análisis de sangre detectan la presencia de un anticuerpo característico de la enfermedad.