Violadores en manada: como son y cómo actúan
Estos días el tema de las violaciones grupales está siendo noticia, a raíz del juicio a “ La Manada ”, los cinco supuestos violadores que habrían abusado sexualmente de una joven madrileña durante los Sanfermines de 2016.
Sin embargo, esto tipo de agresiones sexuales no representan ninguna novedad. No hay más que revisar la hemeroteca de los últimos meses –por no hacer demasiado larga la búsqueda- y encontrarnos con violaciones grupales en India, Estados Unidos, Egipto, el Congo… El psiquiatra Sergio Oliveros Calvo, único médico en España con tres primeros premios “Doctoralia Awards” consecutivos al psiquiatra más valorado de España -el último acaba de lograrlo, lo que le certifica como el especialista en psiquiatría más recomendado del país en 2017- es una voz autorizada en este tema.
Para él, “la violencia sexual en grupo está muy relacionada con el planteamiento, muy general, de que alguien se atreve a hacer algo si cree que va a salirse con la suya –y la fuerza del grupo consolida esta idea haciéndola más poderosa e inasequible a la moralidad y el castigo en la mente del violador-. Además, actuar en grupo aporta, irónicamente, una probabilidad estadística real de no ser atrapado”. A partir de aquí surgen otras dos cuestiones altamente desconcertantes: ¿por qué los transeúntes no suelen intervenir cuando son testigos de este tipo de actos en plena vía pública? ¿Cómo alguien puede llegar a desarrollar un comportamiento tan salvaje, como puede ser una violación grupal, simplemente por el hecho de actuar en manada?
No ayuda, no empatía
Imaginemos el caso de una mujer que, sin llegar a ser atacada sexualmente, tiene que escuchar comentarios obscenos, o recibir tocamientos (todos tenemos en mente las imágenes de mujeres que, durante el chupinazo de San Fermín, son manoseadas por hombres). ¿Por qué la mayoría de los asistentes no intervienen en estas situaciones, lo ignoran e, incluso, ríen la gracia?
En un célebre artículo sobre la apatía del espectador, firmado en el año 1969 por los famosos psicólogos Latane y Darley, estos afirmaron que “resulta más probable que el espectador intervenga cuando interpreta correctamente la situación, piensan que pueden intervenir y, además, se sienten competentes para hacerlo”. Para Gloria Steinem, profesora de Sociología de Salud Mental y Desigualdad Social por la Universidad de Oregón (EE UU), en los cimientos de la psicología de la violación en grupo encontraríamos “el culto a la masculinidad, además de una cultura social que hace muy poco por señalar a los perpetradores”.
Diferencias entre un violador solitario y los violadores en manada
En palabras de la psicóloga Victoria Garay Mata una diferencia fundamental entre un violador que actúa sólo y el que lo hace en grupo es que” mientras que el violador solitario es probable que ya haya agredido sexualmente con anterioridad (o haya fantaseado con hacerlo), el grupo que viola en manada es dirigido por un líder que, en realidad, es el único que tiene los rasgos típicos del violador. Es quien da la idea, mientras que el resto del grupo simplemente se deja llevar”.
A partir de este punto, los hombres que cometen una agresión sexual, ya sea de forma individual o en grupo, tan sólo buscan una cosa: la sensación de abuso de poder sobre la mujer para excitarse sexualmente.
La adolescencia y la violación en grupo
Que muchas violaciones en grupo sean cometidas por adolescentes, o, en todo caso –como en el caso de Pamplona- por jóvenes con comportamientos adolescentes, tiene su explicación en una forma de actuar típicamente adolescente: la impulsividad.
El doctor Sergio Oliveros apunta que “las violaciones grupales suelen ser brotes agresivos, con una alta carga de impulsividad, que surge en el momento, hasta cierto punto, alimentado por una serie de circunstancias que pueden ser muy variadas… pero entre las que suele destacar el miedo a ser juzgado por el resto del grupo”.
En realidad, añade psicóloga Victoria Garay, “el hecho de que puedan ser arrestados por el acto que van a cometer ni se les pasa, en la mayoría de los casos, por la cabeza. Esto se debe a que el propio grupo desarrolla un sistema de valores propio… y, desde este punto de vista, está la idea implícita, y compartida por todo el grupo, de que, echarse para atrás, puede tener consecuencias futuras, como ser tildados de cobardes, maricones y/o, finalmente, ser apartados y rechazados por el resto del grupo”.
Miedo al rechazo
Así es. El temor a ser rechazados por los colegas, puede ser (suele ser) la motivación más fuerte que puede encontrar alguien a la hora de sumarse a una violación grupal. A esto, quizás, habría que sumar otros factores como la agresividad acumulada o, en ciertos casos, subdesarrollo neurológico. Esto último suele darse en la zona cerebral del lóbulo frontal, el área del cerebro en la que se ubica, por ejemplo, la distinción entre el bien y el mal.
Los hombres que cometen violaciones en grupo pueden sentirse más preocupados por su reputación y su estatus, como machos dominantes, que por los daños que puedan provocar a las mujeres a las que atacan. Podrían no darse cuenta —o podría no importarles— que están «haciendo daño a otra persona», explica el doctor Oliveros. Así actúan y así son los violadores en manada… o una manada de violadores.
Pepe Varela
Periodista